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martes, 3 de mayo de 2011

Recostada en la cama se permite cerrar los ojos. Relaja todos los músculos del cuerpo y es entonces cuando se da cuenta de que estaba en una constante presión, en una constante tensión que se habia convertido en algo habitual. En aquel instante el silencio se dejaba escuchar las gotas que provenían de aquellas nubes que anunciaban que el sol no saldría hoy. Y es ella la que en una milésima de sengudo está allí, junto a los cristales empapados de las gotas de lluvia que intentan atravesar el cristal para haber si así pueden penetrar el corazón y acompasar el ritmo de éste . Pero mientras, siente el tacto del cristal sobre sus dedos, el frio cristal que la aisla de fuera, que la separa de la lluvia, esa que la empapó junto a él,que hace que cada una de esas gotitas represente cada segundo de los pasados, de los en que ya se ha respirado, se ha sentido, se ha vivido...

No es complicado ir hacia atrás, hechar una mirada al ayer y volver a sentirlo en el presente. El verdadero problema está en no quedarse por el camino, en que no fallen las piernas al volver.

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